martes, 17 de septiembre de 2013

De cómo volar sin tener alas o ejercicios de malabarismo cotidiano


15.09.2013. 3pm. Frente al semáforo en rojo de la Escuela de Derecho de la UCR. El joven que anda pantalones raídos, una chema naranja y un corbatín de mariposa toma los pines que tiene en el suelo y se planta en medio de la calle para hacer su rutina. Agarra el primero y lo tira al aire; el segundo y ahí va. El tercero y sigue, el cuarto, el quinto y todos van girando. Suben y caen mientras el viento húmedo de setiembre se airea.

4.10.1978. Verde. Granada. No es tan temprano. No sé, quizás las 11 de la mañana o las 2 de la tarde. Acabamos de acomodar las últimas ollas en el Ford Galaxy 1970 de mi mamá. El maletero del carro está full, no alcanza ni un suspiro. En el Ford Cortina de mi papá cupo tan solo una esperanza. Costó cerrar el baúl.

Salen a la calle mis abuelitos, mis tíos y primos y comienzan a despedirse. Comienzan los abrazos y los decires. Nos vemos pronto. Que les vaya bien. ¡Dicen que es bonito Costa Rica! Esta guerra de mierda separa a la familia. Después me di cuenta que separa, pero de toda la vida, a los amigos, a los compañeros de la escuela, del cole, del barrio, a los enamorados.

¿Cara o Sol? ¿Escudo o corona? En este instante nadie puede saber lo que habría de ocurrir con todos.

Yo había visitado San José, en un paseo que hicieron los curas en las vacaciones de medio año. Nos hospedamos en la Pensión Americana frente a la esquina de Radio Monumental. Desayunábamos en el Colegio Técnico en Paseo Colón. Fuimos a Pops de San Pedro y Sabana, a los Patines Music, al Irazú, a Charrara, a Ojo de Agua, al Castillo, al Bosque encantado.

Compré álbumes para coleccionar estampillas en la Lehmann y una jacket de mezclilla en los bajos de Monumental. No se me puede olvidar, que el día que ibamos de regreso -el 30 de junio de 1976- estaban transmitiendo en vivo en Radio Reloj, el incendio de la Tienda La Gloria, donde conocí mi primer ascensor.

Por eso, era la segunda vez en la vida que había dejado atrás a mi izquierda los enormes macizos del Concepción y Madera, los ciclópeos volcanes que nacen en medio del gran lago de Nicaragua.

Pasamos en Sapoá frente al edificio derruido de Migración y cruzamos la frontera y se nos hizo tarde en el trayecto y oscureció. Se nos ponchó una llanta del Galaxy al frente de la fábrica de jaleas Del Trópico en la Autopista, a la pura par de la Firestone. Por dicha se detuvieron unos tráficos, tuvimos que bajar todas las maletas y nos ayudaron a poner el repuesto que venía en el fondo del valijero.

Como ni sabíamos para dónde íbamos, nos escoltaron. No tuvimos que pagar el peaje frente al Hospital México y anduvimos perdidos en San Pedro de Montes de Oca más de media hora con una dirección a la tica o a lo nica, es lo mismo. Nos parecemos en eso y en otras cosas.

Luego, Palo Grande en Desampa, los primeros amigos, el Colegio Salesiano en Zapote. La universidad, la UCR. Uno de los momentos más lindos de mi vida y estoy seguro que de cualquiera. Solo que para mí fue difícil entrar a las discos y a los bares a los dieciséis.

Me inscribí en Arquitectura, pero en la matrícula note que existía la carrera de publicidad, y cómo en algún momento pensé que podría ser director de cine, publi era lo que más se parecía. Fue Jonathan Molina, el presidente de la Asociación de estudiantes quien me dio la tarjeta de Introducción a la comunicación en el segundo semestre de 1980, sin haber estado admitido.

Acá fue cuando en la mitad del pretil, tiré mi primer pin al aire. Ahí va girando, no es demasiado difícil controlarlo. Habría que perder por completo la atención o irse de la casa al final del año para tratar de jugármela como vikingo vendiendo zapatos a crédito de casa en casa.

6.8.1983. Verde. Iglesia de San Antonio. Guadalupe. Comenzó el desfile, parece que voy a dar la primera comunión o eso le parece a todo el que ve el álbum de fotos. Nada como tener unos buenos suegros que te apoyan en todo.

Al principio no fue fácil, pero la familia Cruz nos acuerpó y con un trabajito de vendedor de publi en el Semanario Universidad, nos la fuimos jugamos. Recuerdo haber vendido anuncios hasta a la Coca-Cola en la portada de la guía de horarios, que negocié por medio de Margaret Grisby de McCann-Erickson.

Luego nació Daniela y Guiselle pudo conseguir empleo. Ya con dos trabajos, pues la cosa fue mejorando. Uno era feliz con poco, con mucho menos, casi nada. Se levantaba con una sonrisa a vivir, para que más, y macarrones con atún para el almuerzo o la cena, que Edgar Mata diga si no eran ricos.

No se descuiden. No pierdan la atención. Fui poniendo tres pines en el aire casi de manera simultánea: el trabajo, la pareja y los hijos. Hay que mantenerlos flotando y girando y tomarlos y darle y darle. Sería súper complicado perder la concentración, el debido cuidado. No hacerlo podría tener consecuencias desastrosas.

19.07.1985. Amarillo. Barrio Pilar. Guadalupe. Este día hicimos el primer monitoreo. Servicios Publicitarios Computarizados se llamaba la empresa que fundamos en sociedad con Guis, Luis, Pituka y luego, Carmen y Edgar. No fue sino hasta 1987 que solté el pin del Semanario Universidad. Los ingresos alcanzaban para los monitoreadores y pocos gastos.

Cuando visitaba las primeras agencias, hubo directores de medios y gerentes que me dieron su confianza y creyeron en un principiante. No voy a nombrarlos para no omitir a nadie, cada uno sabe lo generosos que fueron.

Yo llegaba sin Powerpoint y sacaba el primer pin: Monitoreo por computadora. Usted podrá hacer los reportes de competencia facilísimo. Tendrá todos las estimaciones de inversión y grps en los informes. No necesita usar hojas columnares de contabilidad, ni calculadora.

Lo mejor de todo es que no teníamos un programa que pudiera resolver los reportes de competencia. ¡Ups! Pero el pin ya estaba en el aire dando vueltas y no se podía caer. Atájelo, dele.

¿Y los reportes de competencia de categorías? Desarrollamos un sistema que permitiera hacerlos. Imprimir y reimprimir si era necesario. ¡Jose, mantenga el pin en el aire! Dé el espectáculo.

1.09.2002. Semáforo intermitente en verde. Moravia. Los Colegios. Pasaron muchos años y muchas cosas, muchos pines: Medio & Mensaje (el software de planeación), la oficina de Honduras, MediaData (la biblioteca de materiales publicitarios), la oficina de Nicaragua.

Antes de empezar el siglo XXI, ocurrió la digitalización de la captura de datos y la automatización del reconocimiento. Luego, el Programa de Alta Gerencia de INCAE y, entonces, mi propósito fue consolidar las empresas en una sola: en Media Gurú, que la tuve guardada desde 1990.

La idea se me ocurrió antes de montarme a un avión para ir a San Pedro Sula. No había celulares en esa época, o no tenía. Solo fue posible conversar con mi mamá cuando llegué a la casa de mi tío Edgar, que se aventuró conmigo a abrir la oficina allá. Le pedí a mi mamá que fuera a registrarla donde el Lic. Luis Diego Acuña Delcore.

Cuatro pines se convirtieron en uno solo. Así es más fácil, pensarán. ¿Cuántos tengo en el aire? No lo sé y no interesa. No he contado mi contratación de profesor de medios en 1988 en la Escuela de Comunicación, ni otros proyectos que no fructificaron.

30.9.2005. Moravia. Los Colegios. Amarillo y Rojo. Se formalizó la venta del 51% de las acciones de MediaGurú a IBOPE. El pin de MediaGurú ahora tendrá un carácter transnacional. Hay que tomar la responsabilidad de los nuevos socios y tirarlo arriba, mantener el negocio en marcha y hacerlo crecer y nos expandimos a Guatemala con la adquisición en el 2007 de Cantarito Internacional.

En el 2008, pasó lo que me había pronosticado mi profe de Estrategia Empresarial, Esteban Brenes: "la competencia va a venir de afuera". Y a pesar de todas las barreras de entrada posibles que hubiesen imaginado había un resquicio o fragilidad, que no era propiamente de la organización, pero existía.

15.09.2013. 3:01pm. Rojo. ¡Se le cayó el pin! ¿Cuál de todos? Se le cayeron varios. ¡Buuuu! Todos los ojos pegados a los parabrisas. Antes de que se ponga en verde el semáforo, el malabarista, dignamente, lo recoge del piso e inicia de nuevo su rutina. No es un experto y aunque lo fuera se le perdona la falla. Sin una grisma de pena, viene de auto en auto con el sombrero en la mano a recoger lo que tengan a bien los choferes y acompañantes. Les regala a todos una sonrisa y un gracias por su apoyo. 

15.09.2013. 3:44pm. Verde. Soda Tapia. Paseo Colón. Hace tan solo una semana estuve en el Museo de Arte Costarricense y disfrutamos de una tarde espectacular. Ahora, me como una ensalada de frutas que no es de Dios; especialmente, por el helado de natilla. Estoy con Diego y Daniela platicando de cualquier cosa. Diego nos enseña tonteras de sus amigos que le llegan por el Facebook y le pido a Daniela que me dé conexión a internet.

He botado repetidas veces uno o varios pines en el transcurso de los años y en los últimos meses. Los he recogido del suelo y he seguido. Algunos no lo han notado, pues no estaban esperando en el semáforo o se descuidaron un instante mientras hacía girar en el aire los artefactos o será un asunto de destreza para levantarlos del suelo con discreción. Por dicha, algunos me perdonaron, otros me premiaron con una sonrisa, otros con un gracias o monedas.


16.09.2013. 22:16. Verde intermitente. Moravia. Los Colegios. Mi casa. Aquí estoy terminando de escribir este texto que comencé el 15 de setiembre. El sábado pasé a la oficina a dejar el auto. No me quedé a pie, Diego me va a prestar el Fiat Uno de él, mientras me decido comprar algo. Hoy lunes fue mi primer día sin empleo desde julio de 1983. ¿Qué pasará? No lo sé. Tengo muchas ideas y caminos positivos y espero que todo me salga bien, como hasta ahora.

No soy un entertainer pro de Las Vegas. Dejé atrás a aquel chiquillo emigrante que vino con poco a vivir a Costa Rica hace 35 años, ya que he recibido muchas cosas buenas: educación, trabajo, colegas, amigos, hijos, parejas. Mucho de lo material y lo inmaterial me fue concedido y estoy agradecido.

Sé que tengo algunos pines en el piso. Me percato que esta vez me toca a mí mismo. Hasta ahora advierto ese doblez cuántico de la vida. El malabarista es también uno de los pines que pone en juego.

Voy a empezar. Ahí voy: Uno... mismo. Dos... pareja. Tres... hijos. Cuatro... familia. Cinco... amigos. Seis... trabajo. Siete… Profesor. Ocho… Nueve…

Concentrate. No lo soltés.

Poné atención que viene para abajo. No lo soltés.

Tiralo bien alto, eso sí. Más, más arriba. Hasta esa nube, que toquen el cielo.



Si quiere conocer lo que pienso sobre la industria mediatica y la publicidad. Les comparto este agradecimiento que preparé para el Colper:  http://www.in-ad-vertido.com/2011/05/agradecimiento-medalla-de-la.html