El ritmo de la ciudad y de las pantallas delata la Navidad. La vorágine comercial ahora es anticipada por el Black Friday y el Ciber Monday; pero las críticas son las mismas. La publicidad contribuye a la toma de decisiones al facilitar información a los consumidores de los productos y servicios.
Desde la perspectiva ideológica, se reprocha el materialismo y la compra desmedida de objetos suntuarios (Marx supo que somos unos fetichistas antes que los antropólogos). Desde la crítica religiosa se ha desvirtuado el verdadero sentido de la celebración: el nacimiento de Jesucristo.
Como si el público fuese una marioneta movida por la mano oscura del mercado o del poder económico subyacente o por el demonio que nos instiga a lo pecaminoso. Esclavos y no libres. Como el perro de Pavlov, se piensa que babeamos ante la oferta publicitaria. Nada más falso, menos con la actual oferta.
Si el problema está centrado en lo comercial: ¡Qué eliminen el aguinaldo! No me abucheen. La ausencia de recursos obligaría al sacrificio, al ahorro. Los festejos serían discretos. Las manifestaciones de aprecio y cariño se reducirían al mínimo. Los regalos contados con una mano.
La verdad, la idea de eliminarlo es descabellada. Parece surgida de la mente ociosa y perniciosa de un diputado en vacaciones parlamentarias. ¡Descartada!
Lo cierto es que para muchos, la Navidad es un momento para la reflexión. Un encuentro con la comunidad y la humanidad; en especial, para la unión familiar.
Además, en una Costa Rica con un incremento paulatino de la desigualdad, el aguinaldo es un alivio en la economía popular, para solventar necesidades insatisfechas y acumuladas a lo largo del año. También, para celebrar la amistad o el amor. Dar y recibir son expresiones humanas para nada accesorias.
La publicidad contribuye a la toma de decisiones al facilitar información a los consumidores de los productos y servicios. Sin embargo, la oferta en esta temporada navideña, a falta de buenas ideas, se centró en el retail, es decir campañas que se enfocan en el precio o en el punto de venta.
Pocos anuncios sobresalieron en la constelación de leds y no son extraordinarios. Coca-Cola es el Colacho y siempre se roba el show.
Les comparto una pequeña selección de cinco anuncios. Dejé por fuera el estornudo sobre la cena navideña de Farmacias Fishel; el material de Claro, cada miembro de la familia descubren su regalo debajo del árbol: un celular; así como, la llamada de Santa de Movistar, ambos por ser extranjeros. Asimismo, la brisa navideña y el rompope de Dos Pinos. De Universal y otros mejor no decir nada: ¡Calladito más bonito!
–Kölbi Institucional. Mäs. Garnier BBDO. En imágenes, el mundo real de las celebraciones navideñas, donde se sobreimprimen diferentes morfemas: amigos, fotos, me gusta, mensajes, visitas y contactos, que por esas curiosidades del sentido, las vinculamos con las redes sociales. Lo real y lo virtual. ¡Me quedo con lo primero!
–El Verdugo. Duende. Tribu. En la introducción de 16 segundos, que es el gancho para atraer la atención del público de una promoción, un duende navideño mantiene a raya la fila de niños que persiguen una foto con Colacho y otro niño pone a raya al duende malcriado con la frase: ¡Tome Chichi!
–EPA. Me gustaría. Directo. El anuncio es muy sencillo: A un vecino enamorado, una abuelita, un papá y una esposa les gustaría que les regalaran: una sonrisa, un abrazo, un beso o tiempo. Tiempo de hogar. EPA es el hogar. Discretamente, al corazón del negocio y del público.
–Gollo Institucional. McCann. Al igual que Kolby, acude la receta del slice of life con la ayuda del eslogan de la tienda: “Solo bueno es'”. La música intensifica la emoción de cada una de las pequeñas historias acertadamente.
–Importadora Monge. Es una promoción que ofrece una casa propia, que no se destaca por sus valores de producción, si no por la apropiación del reconocido éxito Navidad sin ti y de la imagen de El Buki, aunque sea del tico, que le presta el atractivo al comercial.
Independientemente de la calidad de los anuncios y de las críticas, “perdónenme, pero discúlpenme”, tampoco sería efectivo legislar doble aguinaldo para garantizar duplicar el intercambio, el amor, la satisfacción, la felicidad, la solidaridad; ni tan siquiera, mejorar la imagen presidencial; pero cómo ayudaría.
Que los críticos y los anunciantes se afanen el doble en el 2013. ¡Feliz Navidad!