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martes, 28 de febrero de 2012
Opinión de experto o de ciudadano común
Además de las partes involucradas en una noticia, todo periodista sabe que puede optar por enriquecer el contenido de las informaciones con la opinión de expertos y del público.
El experto es una persona con conocimientos profundos en un campo de conocimiento, de vasta experiencia y que, por lo general, es una autoridad en la materia sobre la que diserta.
Del público interesan sus criterios al poder ser una parte afectada y se utilizan como referente de la opinión de los ciudadanos comunes, de un ciudadano promedio. Existen casos en que incluso tienen mayor peso que los expertos, aunque esto parezca improbable de observar o extraño.
Con el advenimiento de la web 2.0, especialmente de las redes sociales, los periodistas han permitido que los blogueros, los tuiteros, los facebokeros, personajes del mundo virtual tomen por asalto los medios, lo cual ha derivado en el reemplazo de los primeros y de los segundos, es decir, de los expertos y del público en general.
¿Por qué no parece razonable intercambiar el papel de ellos? Muy sencillo. En la mayor parte de los casos no son "ni chicha ni limonada".
Sorry si este post podría caerle mal a muchos periodistas y a muchas divas del mundo digital, pero es la verdad.
Cuando se han utilizado las opiniones de los personajes virtuales, no ha sido ni como expertos, ni tampoco podría afirmarse que ellos representan el sentir del publico en general. Veamos este ejemplo referido a la comparecencia del expresidente Figueres en la Asamblea Legislativa publicada por un diario de amplia circulación en Costa Rica.
'“Los diputados preguntaron lo mismo que los periodistas ya le han preguntado a #Figueres. Desaprovecharon (la) oportunidad”, dijo Laura de León.
“House_CR” señaló que “#Figueres se bailó a los diputados más que todo por la incapacidad de ellos mismos”.
En Facebook las reacciones surgieron rápidamente. Ingrid Vargas, vecina de San José, manifestó: “Qué vergüenza que nuestros diputados no nos defiendan como debe ser, no saben ni de lo que están hablando”.
Otra de las usuarias que expresó su molestia fue Alejandra Moreira.
“Diay, qué más van a sacar estos diputaditos que tenemos, seguro de acciones concretas, no lo creo. Solo especulan con tal de decir algo, porque ni se prepararon con fundamentos importantes”, comentó ...'
Todos deberíamos de ser respetuosos de la opinión de los demás. Independientemente que lo dicho fuese representativo, noten que ninguno es un experto en el campo de la comunicación política; por tanto, están suplantando al público en general, no siéndolo. ¿Como será posible que siendo miembros de nuestra sociedad no reflejen la opinión del público? ¿Por qué?
Twitter es una herramienta de microblog que apenas cubre el 5% del 50% de los costarricenses conectados en la internet, aproximadamente. Es decir, es demasiado selectiva para ser representativa del sentir del ciudadano común: mitad conectado, mitad desconectado.
Si bien es cierto tomar opiniones de las redes sociales es una manera práctica, creo que los periodistas van a tener que despegarse del teclado, levantar el teléfono, salir a la calle, identificar a los expertos en la red o, en su defecto, encontrar mecanismos más fiables e imparciales para mostrar con mayor certeza, al menos el pensamiento del mundo digital, que no es el mundo real sino tan solo una parte.
Para ser más exhaustivos en la investigación, los periodistas podrían utilizar mecanismos al azar y no dejarse guiar por la opinión de sus amigos o a quienes siguen, lo cual inserta un sesgo relevante de representatividad.
Aun habiendo obtenido de un search todas las opiniones posibles, si no existe un método de selección, existe un sesgo.
Alguien podría argumentar que dichos comentarios corresponden a líderes de opinión. Yo preguntaría, entonces, ¿con base en qué criterios fueron calificados?
Los usuarios de los medios estamos recibiendo mucha distorsión por la forma parcializada y antojadiza en que se seleccionan las opiniones de las redes sociales que se publican.
Por mi parte, me reservo la opinión que tengo con respecto a la comparecencia de Chema. No soy representativo del sentir del público, ni del experto. No quisiera mal representar a ninguno de ellos.
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Opiniones,
Periodismo
miércoles, 15 de febrero de 2012
Una reseña muda: El artista.
En el principio Los Lumiere crearon los cielos y la tierra... Y dijeron: Sea la luz; y fue la luz. Y vieron que la luz era buena y separaron la luz de las tinieblas. Y llamaron a la luz cinematógrafo, y a las tinieblas la llamarón cámara. Y fue la tarde y la mañana el primer día.
Y dijo Meliés: Haya un firmamento en medio de las aguas, y separó las aguas de las aguas. E hizo Melíes el espectáculo, y apartó las aguas que estaban debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y fue así. Y llamó Meliés al firmamento entretenimiento.(Scorsese lo llamó Hugo). Y fue la tarde y la mañana el segundo día.
En el alfa solo eran imágenes, no habían ni los fragmentos de diálogos o explicaciones usuales del cine mudo. Tampoco había música que acompañara a los filmes. Alguien - no he logrado saber quién - se le ocurrió que la proyección podría acompañarse con música en vivo, ya desde un modesto piano o de una compleja orquesta. Y precisamente así, es la primera secuencia de El Artista, no sin antes haber degustado una presentación de créditos a la usanza de aquellas épocas.
Hasta acá han pasado muchos días en el cine, se construyó la industria cinematográfica en diversos países de Europa, pero especialmente en Hollywoodland en los Estados Unidos, se construyó el lenguaje audiovisual gracias a David W. Griffith y al aporte de Serguéi Eisenstein y se creó el Star System.
Precisamente en 1927 inicia El Artista, antes de la caída en desgracia de la reconocida estrella George Valentin (Jean Dujardin), por ventura del cambio tecnológico y de su orgullo por no proferir palabras; a la vez que, la extra Peppy Miller (Bérénice Bejo) emerge como una celebridad del cine sonoro. Valentin acompañado por su perro Uggie (Jack), el productor Al Zimmer (John Goodman), el chofer y asistente Clifton (James Cromwell) y su esposa Doris (Penelope Ann Miller).
Este viaje al pasado es altamente graficante. No en balde ha sido nominada a diez premios de la Academia con sobrados méritos: Película, Director, Actor principal y actriz de reparto, Guión Original, Fotografía, Montaje, Dirección Artística, Banda sonora y Vestuario. Además ha obtenido tres Golden Globe, siete Bafta y uno del Sindicato de actores.
¡Me hubiera encantado asistir a una función en donde la música fuera interpretada en vivo!
El artista que es un homenaje al cine de esa época, no es cine mudo, pues posee una banda sonora sincronizada que la acompaña y, además, habrá momentos que no necesariamente son silencios. En este y otros aspectos, como la fidelidad a la evolución de la historia del cine, el director Michel Hazanavicius se toma algunas licencias, lo cual me llevó a pensar si es razonable realizar comparaciones y fidelidades históricas en una obra artística.
No estamos frente al caso de Gus Van Sant en Psycho (1998) copiando -plano a plano- la memorable obra de Hitchcock y como "¡No se puede tocar a Dios con las manos sucias!", entonces para que cambiar aspecto alguno del clásico. De la misma manera en que Pierre Menard reescribe letra por letra, comas y puntos El Quijote de Cervantes, sin llegar a encontrar Van Sant lo que el crítico observó en el personaje Borgiano: "a pesar de los obstáculos, el fragmentario Quijote de Menard es más sutil e infinitamente más rico que el de Cervantes".
Hazanavicius no va a cometer ese vicio. La trama está basada libremente en el mecenazgo de Greta Garbo para con John Gilbert, rival de Rodolfo Valentino, sin llegar a tener un caracter biográfico. Enriquecida por su estudio meticuloso del cine de la época, así como por el cuidado de la morfología y sintaxis para contarnos un melodrama, que igual podría hacerte llorar o reir, y que está cargado de una nostalgia y nobleza que arden con mayor pasión que los fotogramas de nitrato de celulosa.
Es decir, tomando de acá y de allá, a partir de y fundado en el cine mudo, crea una propuesta de cine mudo en el siglo XXI que puede convivir y competir con los blockbuster y el 3D, con una propuesta 1D, solo imágenes (casi).
Rescato algo de su añoranza por el pasado, mucho de la sencillez para narrar con aparentemente pocos recursos, con sobreactuación y giños, la habilidad para hilvanar significados al subir o bajar las escaleras o en la iluminación de los espacios, en los encuadres y edición, entre otras delicadezas. Hazanavicius no copia, crea algo nuevo con materiales preexistentes. Así como en el principio...
Para decirlo en pocas palabras, al término de la función, tuve que usar ninguna: ¡Me dejó mudo!
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Cine,
el artista
lunes, 13 de febrero de 2012
Moneyball o las consecuencias que conllevan las difíciles decisiones de la vida
Director : Bennett Miller
Guión : Steven Zaillian y Aaron Sorkin (Guión) y Stan Chervin (Historia)
País : USA
Año : 2011
Billy Beane, entrenador del equipo de beisbol de los A's de Oakland, luego de perder su opción de alcanzar el título de la serie mundial en el 2001 y a sus principales jugadores, compra las ideas de Peter Brand y el riesgo de contratar peloteros, no bajo la tradición y normas que han regido el juego por más de 100 años, sino utilizando una teoría económica desarrollada por un desconocido, en la cual se optimizan las posibilidades de éxito con base en estadísticas de desempeño de los jugadores, teniendo como parámetros de restricción una inversión baja o mínima en las contrataciones.
Billy despreció en su juventud una beca deportiva para ser quaterback en Stanford y decidió convertirse en jugador profesional de los Mets, motivado por frases halagadoras de los scouts sobre su alto rendimiento en todas las áreas: batear, correr, fildear, etcétera; pero una vez en las mayores, fue un jugador mediocre que terminó su carrera, precisamente como scout en el equipo de los A's que actualmente gerencia.
Moneyball, más que una película de beisbol, es una historia sobre el valor del trabajo en equipo, el reconocimiento de problemas organizacionales, la delimitación de objetivos y propósitos colectivas, el papel del líder y las relaciones interpersonales para alcanzar e impulsar el logro de metas superiores, gracias a la innovación y al cambio.
La película podría ser motivo de acalorados debates y multiples enseñanzas en las aulas universitarias de bachillerato o maestría de Administración de Empresas, Ingeniería Industrial, Sicología, entre otras, en temas tan diversos como la dirección organizacional, la estrategia empresarial, las relaciones humanas, análisis de casos y hasta la estadística y la probabilidad.
Pero si solamente fuera ello, se convertiría en material didáctico para las aulas y no para la vida, perdiendo su propia esencia, su verdadero valor y ese trasfondo poderosamente revelador que contiene: el infierno que representa tomar decisiones, por el impacto sobre un futuro incierto que no podemos vislumbrar.
Moneyball es un título muy comercial para entender el drama de Billy Beane, soberbiamente interpretado por Brad Pitt, en compañía de Johan Hill en el papel de Peter Brand, ambos nominados a obtener el premio Oscar. Pitt deja de ser Apolo o Dioniso, para convertirse en un gerente tosco y terco al principio, e inspirador al final, pero a la vez humano y frágil...
Hago un paréntesis y extraigo cinco líneas del estribillo de la canción The Show de Lenka:
I'm just a little girl lost in the moment
I'm so scared but I don't show it
I can't figure it out
It's bringing me down I know
I've got to let it go
... frágil, con derecho a equivocarse y nosotros a pensar que Billy erró; o sea, a equivocarnos también.
Muchos hemos estado frente a las grandes encrucijadas de la vida: me quedo o me voy, compro o vendo, me caso o no me caso, arquitectura o publicidad. Sin bola de cristal, al final solo el tiempo implacable dictaminará el balance. Mientras tanto debemos correr con las responsabilidades y costos que la decisión implica. Acá el aporte ético de Moneyball, de ello no nos salvamos. Por suerte nos queda, el derecho a disfrutar de nuestro propio espectáculo.
domingo, 5 de febrero de 2012
Caballo de guerra
War Horse. Steven Spielberg. USA. 2011
El caballo ha acompañado al hombre desede tiempos inmemoriales en las tareas más duras labrando campos, en el transporte, como compañía -ahora se le atribuyen algunas propiedades curativas- y hasta en la más negra de las empresas "humanas": la guerra.
La historia describe la relación del potrillo Joey -desde su nacimiento- con el jovén Albert que lo conducirá a enrolarse en la Primera Guerra Mundial con el propósito de encontrarlo y recuperarlo.
En este periplo, vamos a palpar el papel que han jugado los equinos en la historia de la humanidad; e incluso, nos recordará un despiadado y desigual enfrentamiento entre tecnologías dispares.
La secuencia en donde se conjuga la sensibilidad de ambos bandos para ayudar a Joey y la previa con el caballo desbocado en la tierra de nadie entre las trincheras son las mejores y dramáticas de todo el filme. La nobleza del caballo espejo en los combatientes, de como podemos llegar a ser verdaderamente humanos por la vía de la compasión.
Al salir del cine, mis hijos se sintieron defraudados. Yo pensativo, ¿Qué hubo en la mente de uno de los directores más destacados de las últimas décadas para ofrecernos esta historia, tal y como la contó?
De primera entrada me vino a la cabeza Disney, luego pasé a época dorada del western, enmarañado con Salvando al soldado Ryan del propio Spielberg. Pensé en pelìculas como Sin novedad en el frente de Milestone, Shane de Stevens, ¡Qué verde era mi valle! y Las uvas de la ira de Ford, incluso en Cartas de Iwojima de Eastwood.
Hasta que finalmente me cayó la cora. Con esa referencia tan fuerte en la foto, música, historia, vestuario, encuadre, montaje, entre otras del cine clásico; pues, ¡Es un homenaje al género y a los grandes directores de esa época!
Solo en dos cosas no. En la duración, 146 minutos, muy por encima del promedio habitual, pero semejante a las obras maestras que he mencionado y en el exceso de recursos técnicos. Los clásicos eran mucho más puros y simples, con poco lograban mucho.
Sin duda me hacen falta referentes para disfrutarla plenamente. No es una película comercial. Su puesta en escena tiene un nivel de profundidad que excede mis conocimientos cinematográficos. Es cine para eruditos. Le va tocar duro en las taquillas.
A la salida, de casualidad me topé con Mario Giacomelli. Él piensa que en la primera parte el referente es The quiet man de Ford. Lamentablemente, no la he visto. La noche en que la veríamos en las tertulias quincenales con Jurguen Ureña, no fui. Tendré que estudiar muchos años más cine para llegar a comprender cada detalle. Por ejemplo, en la resolución de la historia me parece encontrar en la foto una escena de Lo que el viento se llevó. Solo busquen el afiche y véanlo.
Diego, mi hijo, dice que está sobrevalorada. Daniela que es demasiado cursi. Más bien, a mí, me termina de comprobar la infinitud de mi ignorancia. ¡Gracias Spielberg!
El caballo ha acompañado al hombre desede tiempos inmemoriales en las tareas más duras labrando campos, en el transporte, como compañía -ahora se le atribuyen algunas propiedades curativas- y hasta en la más negra de las empresas "humanas": la guerra.
La historia describe la relación del potrillo Joey -desde su nacimiento- con el jovén Albert que lo conducirá a enrolarse en la Primera Guerra Mundial con el propósito de encontrarlo y recuperarlo.
En este periplo, vamos a palpar el papel que han jugado los equinos en la historia de la humanidad; e incluso, nos recordará un despiadado y desigual enfrentamiento entre tecnologías dispares.
La secuencia en donde se conjuga la sensibilidad de ambos bandos para ayudar a Joey y la previa con el caballo desbocado en la tierra de nadie entre las trincheras son las mejores y dramáticas de todo el filme. La nobleza del caballo espejo en los combatientes, de como podemos llegar a ser verdaderamente humanos por la vía de la compasión.
Al salir del cine, mis hijos se sintieron defraudados. Yo pensativo, ¿Qué hubo en la mente de uno de los directores más destacados de las últimas décadas para ofrecernos esta historia, tal y como la contó?
De primera entrada me vino a la cabeza Disney, luego pasé a época dorada del western, enmarañado con Salvando al soldado Ryan del propio Spielberg. Pensé en pelìculas como Sin novedad en el frente de Milestone, Shane de Stevens, ¡Qué verde era mi valle! y Las uvas de la ira de Ford, incluso en Cartas de Iwojima de Eastwood.
Hasta que finalmente me cayó la cora. Con esa referencia tan fuerte en la foto, música, historia, vestuario, encuadre, montaje, entre otras del cine clásico; pues, ¡Es un homenaje al género y a los grandes directores de esa época!
Solo en dos cosas no. En la duración, 146 minutos, muy por encima del promedio habitual, pero semejante a las obras maestras que he mencionado y en el exceso de recursos técnicos. Los clásicos eran mucho más puros y simples, con poco lograban mucho.
Sin duda me hacen falta referentes para disfrutarla plenamente. No es una película comercial. Su puesta en escena tiene un nivel de profundidad que excede mis conocimientos cinematográficos. Es cine para eruditos. Le va tocar duro en las taquillas.
A la salida, de casualidad me topé con Mario Giacomelli. Él piensa que en la primera parte el referente es The quiet man de Ford. Lamentablemente, no la he visto. La noche en que la veríamos en las tertulias quincenales con Jurguen Ureña, no fui. Tendré que estudiar muchos años más cine para llegar a comprender cada detalle. Por ejemplo, en la resolución de la historia me parece encontrar en la foto una escena de Lo que el viento se llevó. Solo busquen el afiche y véanlo.
Diego, mi hijo, dice que está sobrevalorada. Daniela que es demasiado cursi. Más bien, a mí, me termina de comprobar la infinitud de mi ignorancia. ¡Gracias Spielberg!
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