Marianela Camacho es una filóloga, lingüista y editora costarricense. Es conocida por su trabajo en la Editorial Costa Rica, donde se desempeña como Jefe de Producción Editorial desde 2007 y ha editado más de 350 obras. También ha trabajado de forma independiente como editora y correctora de estilo, y ha publicado artículos sobre edición y libros electrónicos.
Ponencia presentada en la presentación en la Feria Internacional del libro Universitario FILU 2025 el 15/Mar/2025
Buenas tardes a todos y a todos. Muchas gracias por acompañarnos en este espacio para la presentación de la novela El lago de la memoria, del escritor José Francisco Correa, la que, de entrada debo decir, es un gran aporte a la literatura centroamericana contemporánea, porque es un libro que trasciende los límites de la narrativa convencional para ofrecernos un retrato profundo y conmovedor sobre el exilio, la identidad y la reconciliación con el pasado. Aprovecho el espacio para agradecer a los colegas de Ediciones Perro Azul por invitarme a comentar este texto, para mí es un honor compartir con ustedes algunos de mis apuntes sobre este libro.
Una travesía entre la memoria, la historia y lo fantástico
En el corazón de la novela se encuentra Victoria, una exguerrillera nicaragüense que regresa a su país tras más de treinta años de exilio político en Estados Unidos. Su regreso es tanto un viaje físico como emocional y simbólico, pues al reencontrarse con su hija Raquel y su nieta Arlen, Victoria confronta los fantasmas de su pasado revolucionario, la distancia afectiva con su familia y una Nicaragua que, aunque distinta, mantiene muchas de las contradicciones que ella conoció y vivió.
En un punto determinado la narración hay un giro realmente interesante: Victoria y Arlen se pierden en el "Mundo de las Cosas Perdidas", un universo fantástico donde objetos extraviados cobran vida y cuentan sus propias historias. Nos encontramos, entonces, con calcetines parlantes, brújulas con personalidad y otros objetos animados que las guían a ambas en su búsqueda de una salida. Aquí hay otra revolución, pero literaria: la de un viaje simbólico, no solo una aventura; para mí, se trata de una exploración de la memoria, el exilio y la identidad, así como una reflexión sobre la traición y el costo de la revolución sandinista.
Innovación narrativa y estética literaria
Uno de los aspectos más notables de El lago de la memoria es su estructura narrativa híbrida, que fusiona el realismo con elementos de realismo mágico (digresión: para no entrar en discusiones estéticas y estilísticas, yo entiendo que se presenta el realismo mágico cuando se muestra lo irreal o extraño como algo cotidiano y común; se muestra una realidad alterada, pues) e historia política. La narración fluye entre la experiencia personal de Victoria, el contexto histórico de la revolución sandinista y el mundo onírico donde la memoria y el tiempo se desdibujan.
El lenguaje de Correa es otro de los pilares de la novela. Su prosa, evocadora y rica en matices, logra transportarnos a los paisajes nicaragüenses, desde la calidez de Granada hasta la belleza del Lago de Nicaragua. Sus descripciones no son meros adornos, sino vehículos de sensaciones que nos sumergen en la nostalgia y la reflexión. Además, el autor maneja muy bien los diálogos, con lo que dota a los personajes de una autenticidad que los vuelve próximos al lector.
Personajes y desarrollo temático
Victoria es un personaje humano, complejo y lleno de matices. Su lucha interna entre su pasado revolucionario y su presente como abuela exiliada es el eje emocional de la novela.
Raquel, su hija, representa a la generación que creció sin sus padres militantes y enfrenta, como lo hacemos todos nosotros a diario, sus propias heridas.
Arlen, con su inocencia infantil, es el puente entre Victoria y Raquel; ella presagia un posible cierre de heridas a través de la imaginación y el juego.
Los personajes fantásticos también juegan un papel clave en la historia. Los calcetines Fermín e Iván, por ejemplo, no solo aportan humor, sino que también encarnan la temática central de la pérdida y la memoria. Su diálogo con Victoria y Arlen no es solo una interacción absurda, sino una reflexión sobre la identidad y la reconciliación con el pasado.
Ahora bien, desde la antroponimia y la onomástica literaria, los nombres de Victoria, Raquel y Arlen no solo identifican a los personajes, sino que también funcionan como una representación simbólica del papel que desempeñan en la novela. Estos nombres sugieren, de manera sutil pero significativa, las características psicológicas y los arcos narrativos de cada una, además de reflejar la hibridez cultural de la identidad latinoamericana, marcada por influencias latinas, hebreas y anglosajonas.
Victoria: el triunfo sobre la memoria y el exilio
Victoria, nombre de origen latino que significa "la que vence y triunfa", es una elección que resuena poderosamente con su historia. Como exguerrillera, su vida estuvo marcada por la lucha revolucionaria, y aunque el curso de la historia la llevó al exilio, su retorno implica una victoria personal y emocional sobre el desarraigo. Sin embargo, su victoria no es de carácter bélico ni político, sino íntima y existencial: triunfa sobre su propia culpa, sobre el tiempo y sobre el olvido. Como sugiere la novela, el regreso a Nicaragua no es solo físico, sino también simbólico: una confrontación con su pasado que la obliga a redefinir su identidad. En este sentido, el nombre de Victoria no solo es una declaración de fortaleza, sino también un presagio de la reconciliación que buscará a lo largo de la obra.
Raquel: el liderazgo materno y la herida del abandono
Raquel es un nombre de origen hebreo que significa "oveja", pero que, en la tradición bíblica, también alude a la esposa preferida de Jacob y a la madre de José y Benjamín, dos figuras centrales en la genealogía de Israel. En el contexto de la novela, Raquel representa la figura de la madre que se ha visto forzada a la fortaleza y el liderazgo por las circunstancias. Creció sin su madre Victoria, quien la dejó atrás debido al exilio, y en su adultez ha tenido que enfrentar la vida con una dureza que encierra un profundo resentimiento. Al igual que la Raquel bíblica, que muere dando a luz, esta Raquel también ha experimentado una pérdida materna, aunque en un sentido inverso: la ausencia de su madre le ha hecho cargar con el peso del abandono y la incertidumbre. Su nombre, entonces, resalta su papel como madre protectora de Arlen, su liderazgo dentro de la familia y su lucha interna entre el rencor y el perdón.
Arlen: la promesa de la reconciliación
Arlen es un nombre de origen gaélico que puede traducirse como "promesa", y en algunas interpretaciones modernas se asocia con la nobleza y la justicia. En la novela, Arlen es mucho más que una niña: es el puente entre dos generaciones separadas por la historia y el exilio. Su curiosidad, inocencia y apertura a lo fantástico la convierten en el personaje que permite que la reconciliación entre Victoria y Raquel sea posible. En este sentido, su nombre es emblemático: representa la esperanza de un futuro sin las cargas del pasado, la posibilidad de sanar las heridas heredadas y de mirar hacia adelante.
Además, el hecho de que su nombre tenga un origen anglosajón (gaélico) también puede interpretarse como una señal de hibridación cultural. Mientras Victoria y Raquel tienen nombres profundamente enraizados en la tradición latina y judeocristiana, Arlen refleja una identidad más globalizada, lo que podría simbolizar la nueva generación, menos atada a los conflictos del pasado y más abierta a la transformación.
El uso de estos nombres en El lago de la memoria no parece casual. A través de Victoria, Raquel y Arlen, el autor construye una genealogía simbólica de la historia reciente de Nicaragua: Victoria encarna la generación de la revolución y el exilio; Raquel, la de los hijos que crecieron en ausencia y desencanto; y Arlen, la de los nietos que pueden reconstruir los lazos rotos. Sus nombres, con sus raíces diversas, también evidencian la mezcla de tradiciones e influencias que conforman la identidad latinoamericana contemporánea, en la que coexisten lo europeo, lo judeocristiano y lo anglosajón en un mismo entramado de significados.
Así, el nombre de cada una no solo define su carácter, sino que también refuerza la idea de que la memoria, como el lago que da título a la novela, es un espacio fluido donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazan constantemente.
Principales virtudes de la obra
El lago de la memoria es una novela que destaca por su capacidad de explorar temas universales desde una perspectiva original. Desde mi lectura, algunos de sus mayores logros son:
• La construcción de los personajes, como mencioné antes. • Exploración profunda de la memoria y el exilio: La historia de Victoria es un reflejo de las luchas de muchas personas que han vivido en contextos de conflicto y exilio. La novela ofrece una mirada crítica sobre la Revolución Sandinista y sus consecuencias. Lo que resulta muy apropiado para entender, en parte, el contexto de lo que sucede hoy en Nicaragua. • Uso innovador del realismo mágico: La creación del "Mundo de las Cosas Perdidas" no es un simple artificio literario, sino que es una exploración simbólica de la memoria, la pérdida y la identidad. • Lenguaje poético y evocador: Correa combina lo lírico con lo coloquial, logrando así una prosa que resuena tanto en lo emotivo como en el pensamiento.
Cierre: una obra relevante
El lago de la memoria es una novela que dialoga con la literatura del exilio, la memoria histórica y la reflexión política, pero también se abre a la experimentación narrativa y al juego simbólico.
José Francisco Correa nos entrega una obra bella y profunda, capaz de conmover y de safiar al lector. En un tiempo donde la literatura centroamericana busca nuevas formas de contar su historia (porque nuestras realidades y circunstancias de vida cambian vertiginosamente todos los días), esta novela se erige como un testimonio imprescindible sobre la identidad, la nostalgia y el eterno dilema del regreso. Cierro con una cita de la novela en la que no solo se revela su título, también ofrece claves para su lectura e interpretación textual:
"Granada es intemporal. Se ha conservado calcada desde que Victoria se fue. Siempre las mismas vendedoras en las mismas esquinas y los mismos borrachos en las mismas aceras. El lago de la memoria es un agujero negro que atrapa el pasado y el presente en la misma dimensión espacio temporal, en donde confluyen todas las historias simultáneamente: su casa de muñecas, sus padres, los juegos infantiles con los niños del barrio, sus amigas colegiales y universitarias, su ingreso a la guerrilla y su exilio" (p. 17).
Los invito, pues, a sumergirse en sus páginas y dejarse llevar por la corriente de la memoria, esa que, como un lago, nunca deja de moverse.
Muchas gracias al autor por el placer de la lectura de este texto. Gracias a Perro Azul por este hallazgo literario. Y muchas gracias a ustedes por su atención.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario