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lunes, 5 de septiembre de 2011

El regreso o la huida del hijo pródigo



Dirección: Hernán Jiménez
País: Costa Rica
Año: 2011
Fotografía. Nicolás Wong

Honestidad es la mejor palabra para describir El regreso. Tenacidad y Empeño, si se tuviera que decir algo sobre la voluntad de Hernán Jiménez de mostrarnos su propuesta fílmica. Solidaridad, si nos tenemos que referir a las más de 2.000 personas que apoyaron la producción por medio de KickStarter. Esperanza, en el caso de los miles de espectadores que abarrotaron todas las salas de los cines josefinos este fin de semana para ver, cómo de gatear da los primeros pasos el cine nacional.

Como saben todas las historias ya han sido contadas, todas las tramas ya han sido proyectadas una y mil veces en la pantalla, con excepción de algunas pocas propuestas que hemos visto en el cine en las últimas dos décadas. El Regreso tiene algo de parábola, del hijo pródigo del Nuevo Testamento. No quiero que piensen que estoy cargando de orientación religiosa a la trama, pues nada de la parábola existe, excepto que un hijo regresa al regazo de su padre y, a la vez, al de su patria.

Patria también contiene la acepción Padre, en patrio, perteneciente al padre o lo que proviene de él según el RAE. La patria no está vinculada necesariamente con el lugar donde nacimos, sino con el lugar donde nacieron nuestros padres. A ese vínculo indisoluble del territorio que corre por las venas al igual que el ADN se traslada de una célula a otra.

Los aspectos narrativos y técnicos han sido mejorados significativamente con respecto de su anterior trabajo: A ojos cerrados. La selección y dirección de actores también logra superarla, la trama es más densa incluso, la música me pareció a tono con la historia.

Hay muchos aspectos valiosos: la empatía con el espectador, gracias a muchos fragmentos de diálogos divertidos y cargados de lenguaje costarricense. También se coló el publicity de marcas como Bavaria y Dos Pinos con mayor discreción que otros casos, excepto uno lamentar: ver los botellones de galón que requieren enfriadores exhibidos en las góndolas. ¿Hay mano del cliente en la toma?

Coincido con Don William Venegas en casi todo a lo que se refiere en su comentario del día domingo en el diario La Nación, pero no en cuatro aspectos:

1. Hernán no es mi amigo. Tuve la oportunidad de estrecharle la mano recientemente en las tertulias cinematográficas que celebramos en casa del abogado Dennis Aguiluz, guiados por los vastos conocimientos de Jurgen Ureña. Eso sí, aprecio el trabajo que realiza.

2. No encontré la poesía en las imágenes a la que él se refiere, antes bien los planos de esa destrucción que nos carcome son citadinamente bucólicos y complacientes.

3. Asimismo, la lectura es evidente y plana. Hay algo que se pierde en la profundidad de la historia, pues los personajes manifiestan explícitamente el tema y se perdió la riqueza discursiva, si y solo si el espectador se fuera contento a su casa con esos dos planos de la trama.

Pero si pensáramos que cada uno de esos personajes es representativo de nuestra sociedad. Así, Sofía es los medios de comunicación: bonitos, divertidos, hasta complacientes. El padre de Antonio, como los padres de la patria: los políticos, postrados por una enfermedad terminal en la cama, conocedores de la situación e incapaces de hacer nada para mejorarla. Cesar, ejemplo de las generaciones nacidas en la época de los ochenta, abrazados a subculturas importadas y ciegos defensores acríticos de su terruño y, finalmente, Antonio el tico que ha abierto los ojos y que escapó de la Banana Republic, pero está mentalmente poseído por el otro demonio, la tienda del mismo nombre. Que lleva en sus entrañas ese odiar y querer con el que convivimos cada día en esta meseta tropical.

Si pensara que es esa la lectura, daría a El regreso la trascendencia que merece en el plano de la realidad nacional y, por ello, quisiera anudar todos los hilos cuidadosamente en mi próxima visita al cine.

Toda propuesta fílmica conlleva una una ética y una estética. En El Regreso, la primera está por encima de la segunda. Aunque las transformaciones de los personajes, no provoquen prurito en los espectadores sobre su verdadero trasfondo, que nos impulse a mejorar nuestra sociedad y esta es su mayor dolencia.

Antes bien, hay una aceptación implícita de eso que nos carcome y al final seguimos siendo felices, tirados al Sol en el zacate riéndonos del mierdero. Ahí está la clave, la resolución del drama personal y familiar nos salva. No en balde estamos en el Top 10, en tres de cuatro rankings mundiales de felicidad.

Entonces, así como hizo Antonio. La vara es jalando. ¡Apague y vamonós!

Definitivamente, no puede perdérsela.

Otros links

Película El Regreso en Ciencia Ficción de Julio Córdoba
El Regreso en ArtStudio Magazine por José Pablo Porras
El regreso: acento poético y dignidad artística en cine en La huella del ojo de William Venegas

viernes, 31 de diciembre de 2010

Lo positivo y negativo de escribir en un blog. Reflexiones sobre lo posteado en el 2010.

Esto de escribir en un blog tiene sus cosas positivas y negativas, para comenzar con la mayor de las últimas: el tiempo. ¿Cómo se invierte tiempo?

Si escribiera post sobre lo que me ocurre o pienso no sería un asunto complejo. Simplemente es de sentarse y escupir lo que te pasa por la cabeza y listo, pero cuando hay que extraer datos, procesar información y analizarla, la cosa es completamente diferente. Por ejemplo: un post relacionado con los Fanpages puede tomar al menos seis horas de preparación, al igual que los post de #librorecomendado. Las críticas de cine o libros obligan al visionado o la lectura, más la documentación y el tiempo de preparación.

Como contraparte está lo positivo, la mayor de ellas: aprender. ¡Cómo se gana en conocimientos!

El sentarse a escribir sobre cualquier tema obliga a pensar y a trasladar esas ideas en palabras hilvanadas que comprueben o expliquen una premisa central. El escribir te permite reflexionar; expresarte , en segundo término y, por su puesto, aprender, aprender, aprender... y, finalmente, compartir.

No estuvo mal el 2010. Les pongo una lista de los post más leídos o relevantes. Casi a uno por mes.

1. Del Almidón, el Niagara y la plancha
. Reseña de los posibles origenes de la Musica plancha, actividad realizada por el cafe y bar el 13. El post más leído del año y que me terminó de comprobar la importancia de la música para las personas.

2. As deas as a Dodo, el caso de Vuelta en U. Reflexión sobre el cierre del Semanario Vuelta en U. En los últimos párrafos hice un enredo de pelos, sobre las responsabilidades que corresponden, sin considerar, las que corresponden a quienes prepararon la edición.

3. Eyes Wide Open. Crítica sobre la película A ojos Cerrados de Hernán Jiménez. Ni la mejor película de él, ni la mejor de la historia del cine costarricense. Está por verse.

4. Los 100 libroreccomendado de 2010. Top 100 del 2010 de los libros recomendados en el hashtag #librorecomendado. Lista imprescindible de la lectura de los tuiteros costarricenses.

5. Cantidades o medidas inexactas. Crítica a las incoherencias existentes entre las necesidades del consumidor y las cantidades o medidas ofrecidas por los productores. Es raro, las visitas de este post provienen en su mayoría de search de internet.

6. Roadkill. Crítica al video Roadkill - Keep the Gap en el debut de director de Jorge González. Sin conseciones y sin puñales.

7. Proyecciones 2010 de la industria publicitaria centroamericana. Ejercicio de estimación de los volumenes publicitarios de cinco países de la región. Este post del 2011 queda para enero.

8. ¡Qué pichuo! Número de fans de los fanpages de medios de comunicació en CR. Se evalua el desempeño de "me gusta" y acciones en los principales fanpages de Costa Rica. Ejercio que me permite entender la interacción de los costarricenses con las páginas en Facebook.

9. Con respecto a las tasas de crecimiento de los fanpages. Ejercicio sobre la evaluación y benchmarking de las tasas de desempeño de un fanpage. Si querés hacer una evaluación objetiva, aquí vas a encontrar cómo.

10. A quién van a creer, ¿a mí o a sus propios ojos? Crítica a la película La Yuma de Florence Jauguey. De lo que vi de Centroamérica, lo mejor del 2010.

11. La realidad supera la ficción: La Salida. Crítica al libro de Antonio Álvarez Desanti, la voluntad como ejemplo de superación en todos los aspectos de la vida.

12. Veinte álbunes de los 90. Recomendaciones recibidas por diversos amigos sobre la música más relevante de esa década y lo mucho que debo de aprender de la música de las últimas dos décadas.

13. Jung: ahondar profundamente en si mismo, es el miedo a bajar al Hades. Crítica a la película Inception de Nolan. Compleja, pero profunda reflexión de uno de los mayores éxitos de taquilla del 2010, pero de las mejores películas del 2010. Si acaso se puede llevar algunos óscares a efectos técnicos.

14. Un ceviche en el Cuartel o de cómo el #PulpoPaul despierta nuestro intelecto prehistórico. La conversación entre un grupo de amigos sobre el tema del momento en el Mundial 2010: el Pulpo Paul. Me gustó el estilo, podría hacerse un blog de puras conversaciones y sería fabuloso.

15. El amor esa bestia platónica. Crítica sobre el poemario que Carlos Cortés publicó en 1991 y que a mi modo de ver es uno de los mejores de los últimos años en Costa Rica.

¡Que tengan un buen 2011! Por que este año se irá sin pena ni gloria.

domingo, 4 de julio de 2010

Eyes wide open

Crítica cinematográfica de la pelicula A ojos cerrados. Hernán Jiménez. 2010.

El lenguaje cinematográfico requiere coherencia y complicidad. La primera, utilizando todos los recursos del audiovisual de manera consistente con lo narrado: la fotografía, la música, el montaje, las actuaciones, la trama y el tema, entre otros aspectos. Por su parte, si se establece una complicidad entre el autor y el público desde el primer fotograma, el espectador adopta la propuesta fílmica del creador. En A ojos cerrados nos encontramos ante un buen ejemplo de ambas. Por un lado, una historia sencilla y compacta que alcanza para un corto y, por el otro, la sencilla voluntad del público de compenetrarse con la historia.


















Hernán Jiménez tiene la virtud de expresar la cotidianeidad costarricense. Sabe hacer café en chorreador y le queda auténtico. Ya nos había anticipado en sus cortos El puente rojo, Las ganas y en otros trabajos, que es cuidadoso en el manejo de los sentimientos y si de expresarse como el tico se trata, logra el acento popular y exacto entre la ciudad y el campo.

También tiene la virtud de aprovechar los actores, la música y la cámara con sencillez (tarea que tan solo parece fácil) para alcanzar la intimidad que requiere la historia. Hernán sabe contar con acciones e imágenes y sabe contar con palabras; con la primera logra sus mejores momentos.

Gracias al desempeño histriónico de los personajes, en el relato se desnuda el cariño de las relaciones entre Delia y sus abuelos Gabo y Maga, en donde la felicidad está compuesta por los más pequeños detalles. En contraposición, se devela la superficialidad del éxito profesional cuando pretende anteponerse a la humanidad de la vida y su medida es el dinero.

El punto medio toma por sorpresa a Gabo, Delia y los espectadores de manera simultánea. Ahora bien, el tercero acontece luego de un postre y una caminata nocturna sin más ni más, digamos gratuitamente; en compensación, el desenlace resulta sobresaliente (no es un final cerrado queda mucho para leer en esos fotogramas), de igual manera que las anticipaciones y los guiños que identifican al público para llevarlo de las sonrisas a las lágrimas, hubiesen sido más efectivos si la complicidad fuera más intensa en Maga, pero él se roba nuestro corazón.

Tampoco podríamos cerrar los ojos ante una lectura crítica cuanto acontecen las escenas en que Gabo permanece con los ojos cerrados, símil de su negativa de aceptar la realidad y de la soledad interior del personaje, que le resta poder expresivo al actor y emotividad a la trama. Así como los ojos enseñan la felicidad, de igual manera, muestran la tristeza.

Quienes afirman, a ojos cerrados, que están ante la mejor propuesta cinematográfica costarricense son complacientes con Hernán y él no lo necesita.

Las ganas sigue siendo un referente para observar su obra; la extensión, intensidad y profundidad dramática de A ojos cerrados la supera en casi 60 minutos. Tal vez esté equivocado, pero por la simplicidad de la estructura narrativa, me sentí frente a un largo cortometraje, lo cual habla bien de la capacidad de Hernán para prolongar la historia los minutos suficientes para no estropearla y, a la vez, permitirse comercializarla.

Así como de sincero y humilde ha sido Hernán al presentar esta película, de igual manera, procuro serlo al presentar esta crítica.

La mejor película costarricense y de Hernán aún está por verse.

Frente a los títulos insípidos de Hollywood que se nos ofrecen en la cartelera actual, tenemos la oportunidad de apreciar y disfrutar A ojos cerrados; eso sí, con los ojos bien abiertos.